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GENERALIDADES DEL TDAH



“Todos los niños pueden aprender, pero no todos el mismo día, ni de la misma manera.”


El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo prevalente en la edad pediátrica, que llega a afectar en algunos estudios hasta al 7% de los niños en edad escolar y persiste en el 4,5% de los adultos. Su presencia puede producir una importante repercusión en el niño tanto a nivel académico como en sus relaciones personales o a nivel familiar, por lo que es muy importante tratar de identificarlo lo antes posible y realizar un correcto abordaje tanto desde el ámbito médico como desde el educativo.


Etiología


El TDAH es un trastorno orgánico de origen multifactorial, pero eminentemente genético, con una heredabilidad superior al 70%. Los estudios de neuroimagen estructural y funcional de personas con TDAH muestran anomalías en estructuras cerebrales (región prefrontal, ganglios de la base y cerebelo, entre otras) que producen un desequilibrio en el funcionamiento normal de los neurotransmisores en estas regiones del sistema nervioso central. En términos generales, se produce una alteración de la recaptación presináptica de dopamina y noradrenalina que desequilibra el funcionamiento de los circuitos frontoestriado, mesolímbico o frontocerebeloso. Esta situación desencadena un funcionamiento anómalo de los mecanismos de autocontrol y función ejecutiva de nuestro cerebro, lo cual ocasiona los síntomas que percibimos en el día a día y las manifestaciones clínicas habituales en el TDAH.


Manifestaciones clínicas


Los síntomas nucleares del TDAH se concretan en problemas en el control de la atención, el movimiento o los impulsos, hablar mucho, distraerse con facilidad, dificultad para respetar turnos, dificultad en la socialización. Estas alteraciones deben iniciarse en la infancia (antes de los 12 años), manifestarse en 2 o más ambientes y producir una repercusión en la vida social, familiar o académica del paciente. En la actualidad también se considera muy relevante un síntoma complementario conocido como desregulación emocional, en referencia a la dificultad para el control de las emociones, aunque no se incluye dentro de los criterios diagnósticos del TDAH. Frecuentemente el TDAH se presenta de manera concurrente con otros trastornos del neurodesarrollo y procesos neurológicos relacionados, o con patología psiquiátrica. Estos trastornos se conocen como comorbilidades y dentro de la amplia variedad existente destacan, por su elevada frecuencia, trastornos específicos del aprendizaje, como la dislexia, y trastornos de conducta, como el trastorno negativista desafiante.


Tratamiento


Como toda afección crónica, el manejo del TDAH requiere de un abordaje integral, en el que el médico responsable coordine todas las acciones encaminadas a mejorar la calidad de vida del paciente. Se debe coordinar la atención por parte del pediatra de atención primaria, del neuropsicólogo y de los terapeutas escolares, así como integrar las expectativas y objetivos del niño/adolescente y de sus padres. El primer paso es informar sobre el trastorno, qué se puede esperar que mejore y qué estrategias de intervención podemos ofrecer. Establecer objetivos realistas es el primer paso para valorar los avances que se consigan.


Dentro de los tratamientos no farmacológicos se encuentra la psicoeducación y la psicoterapia, los cuales deben ser el tratamiento de elección para todos los menores con TDAH. Se debe realizar una intervención psicoeducativa con los padres, que puede realizarse de manera individual o grupal, e intervenciones psicopedagógicas en la escuela, que incluyan refuerzo educativo, adaptaciones metodológicas, entrenamiento en técnicas y hábitos de estudio, fomento de la autonomía y la autoestima y terapia relacional. En cuanto a la psicoterapia, la que más evidencia tiene es la terapia cognitivo-conductual, que debe ser la primera opción en el TDAH. La terapia conductivo-conductual junto a los cambios en el ambiente permite mejorar la interacción entre padres e hijos y reducir las conductas disruptivas, de manera que se favorezca el aprendizaje, junto a las adaptaciones metodológicas y ambientales en el aula.


Si notas alguno de las características antes mencionadas en algún menor cercano a ti, acude con un especialista, este te ayudará y orientará sobre el posible diagnóstico y las opciones de tratamiento.



Psicóloga Guadalupe Anaya


REFERENCIAS

 
 
 

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